Durante toda mi vida he escuchado una expresión, que suena mas a una excusa que certeza; hay quienes sostienen que prepararse o estudiar las Sagradas Escrituras no es lo más importante. Debido a esta expresión con el pasar del tiempo también he oído a muchos ministros decir atrocidades basadas inclusive en herejías antiguas.
Cabe señalar que las herejías son reciclables, como por ejemplo una muy de moda, la llamada confesión positiva, que lejos de ser bíblica se apega más a la doctrina mormona que lo que Cristo enseña. La llamada confesión positiva propone que tenemos poder en nuestras palabras, lo que nos asemeja a ser semi-dioses o mejor dicho todos somos dioses porque nuestra voluntad prevalece a la voluntad de un Dios soberano, sin duda usted también ha escuchado inclusive desde los púlpitos cristianos frases como, declara y decreta, o cosas como el famoso repite lo mismo hasta que se te dé, sin duda muchos ministros predican estas cosas en unos casos por su poca preparación o es el fruto de haberlo dejado de hacer, pero en otros solo por ambición personal.
La preparación teológica de un ministro de Dios debe ser constante y permanente, al menos mientras esté en servicio. ¿Usted ha escuchado el motor de un vehículo cuando va a toda velocidad y el conductor de 5.ª baja a 3.ª velocidad intespectivamente? Pues lo mismo le pasa a ciertos ministros que decidieron simplemente pararse en un púlpito o en una aula a enseñar sin la respectiva preparación y de pronto sus conocimientos son puestos a prueba.
Permítame contarle esta historia;
Alguna vez estuve cerca de una conversación entre un ministro de muchos años al que un nuevo creyente le consulto porque en Lucas 2 14 dice:
¡Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
Pero en Mateo 10:34 dice:
No penséis que he venido para traer paz a la tierra;
no he venido para traer paz, sino espada
El ministro no supo qué decir, ni qué respuesta dar, por unos segundos se quedó petrificado, y como yo apenas tenía también unos meses de haberme convertido, me quede con la duda, la única respuesta que recibimos por parte del ministro en ese momento fue que seguramente había un error.
Esta duda habría sido resuelta fácilmente si el ministro habría sabido que Los traductores de la Reina Valera tenían un manuscrito que decía, εὐδοκία ( eudokia) buena voluntad. Pero en el del siglo pasado se descubrieron manuscritos mas contemporáneos al original del texto que los usados para traducir este pasaje en la Reina Valera, este hallazgo contienen textos donde la misma palabra εὐδοκίας de buena voluntad, se trata del mismo sustantivo pero con un caso distinto de declinación en griego.
Es decir, la paz que Dios estaba ofreciendo al mundo por medio del nacimiento de Cristo, no era una paz general, sino una paz específica para aquellos que obtienen el favor de Dios. Cristo vino al mundo para anunciarnos que la única manera de obtener ese favor y esa paz es creer en Él y sólo en Él.
Por lo tanto, una respuesta sencilla para un nuevo creyente habría sido que es completamente cierto que Cristo trajo paz a nuestro mundo, pero es una paz que el mundo no conoce (Juan 14:27 ) En consecuencia a quienes no le conocen, les trajo espada.( Mateo 10:34 )
A Dios gracias y toda la gloria honra y majestad que nos ha dado paz, y una paz que sobrepasa todo entendimiento que únicamente puede ser posible a través de su hijo unigénito.
Como hemos notado un nuevo creyente podría pensar que se trata de una contradicción de Las Sagradas Escrituras; para ello Dios ha dado ministros los que necesitan capacitarse para poder explicar estas supuestas diferencias que en su momento podrían causar dudas.
En consecuencia la preparación y estudio en un seminario serio, con historia y exigencias acordes para un ministro de la palabra de Dios es parte esencial y fundamental para poder servir con excelencia a Dios (1 Timoteo 4:13 ). Con el pasar del tiempo me he seguido preguntando si esos ministros que no se capacitan y preparan ¿ciertamente tendrán el llamado?
Citando a R. C. Sproul quien dijo:
“Fallamos en nuestro deber de estudiar la Palabra de Dios, no tanto porque sea difícil de entender, ni porque sea aburrida o un fastidio, sino porque es trabajo. Nuestro problema no es de falta de inteligencia o de pasión. Nuestro problema es que somos perezosos".
Considero firmemente que con el llamado Dios da las oportunidades al ministro (Filipenses 2:13 ), provee los recursos y los espacios para que el mensajero de su palabra provea a su iglesia se alimento sano y de buena doctrina y no se deje llevar como ola del mar ( Santiago 1:6 ) por la herejía que se pone de moda.
Hoy aprendí algo más, yo al igual que ese pastor a la final no hubiera sabido que contestar, o a la final se me hubiera ocurrido algo para salir del apuro, pero como dice usted, hay que prepararse, gracias por esta página, ojalá pueda darme el tiempo para leerla
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